Observo el puerto con la distancia de quien se sabe ajena ¿me sentiré alguna vez porteña? Cuando el viento playanchino no me desarme entera, ni me deje despeinada y con la vista nublada, cuando pueda subir por esas calles empinadas o esas escaleras interminables sin dificultad de respirar, cuando recorra todos esos cerros que me falta conocer. Por ahora solo soy pasajera, igual que todas esas veces que viajé dos horas para llegar a la U, mirando por la ventana y otras tantas aprovechando de dormir. Sabía que al final del día retornaría a donde pertenezco, que mi paso por el puerto era transitorio.
Habité toda mi vida en un pueblito de la ruta 5 norte perteneciente a la región, donde también se encuentran casas en los cerros. Hoy habito más al norte, en una región vecina, pero mi conexión con Valparaíso permanece, su presencia se manifiesta en el clima costero y esa ventisca furiosa a la que aún no me acostumbro.