Fue a los nueve años. Los libros llegan como predestinación a las manos de una. En la entrada de la casa, se escuchó el peso de las hojas mohosas acostadas en el piso. Cómo llegó todo ese montón de libros a las manos del papá. Cómo la gente botaba en tal cantidad lo que otros escribieron. Los libros ciernen su lomo también en vertederos, calles y camiones. Llegan a otras casas, se arrastran hasta colegios, colman plazas y, finalmente, se esconden en peluquerías.