La del apellido prestado. Porque una amante de las tazas y de Zambra no podría llamarse de otra forma. Nacida de un amor profundo y roto en el vientre de su madre. Perturbada eterna de las moscas y de los pisos sucios. De acento chileno débil, por lo que si fuese de visita dos días, pongamos, a Argentina, volvería hablando ché. Sus textos dispersos se deben a sus movimientos geográficos, de aquí para allá, aunque siempre vuelve a sus raíces valpinas. Escribe porque cree que ha vivido tanto lamuy muy, que necesita ser leída.