Por radioactivo (LCC 2023)

Reflexiones en torno a las preguntas en clase: ¿qué es y qué no es teatro?, ¿dónde hay teatro?, ¿qué le hace la realidad al teatro?

Han pedido un texto. Ya me lo esperaba, así que he pensado desde el principio, sin avanzar. Abandono la idea del ensayo tras dos intentos fallidos. Nos entregan cuatro páginas que hablan de la crisis de la representación, el drama del estallido y postestallido.

Que el teatro salga a la calle, subrayo en verde. Nos enseñan una fórmula: A representa B mientras C observa. Ceremonial borrador en desorden. Anoto a la rápida: el farsante es posible, porque el arte es basura; alusión a la frase de la Silvestri. Origen de la Tragedia. Arte-facto que sólo sirve para lo estético. ¿Y la ética? preguntan en el taller.

Garabateo de posibles. Escucho una clase de youtube. Sigo con Leonor. “La función social del arte es ofender lo que existe”. Escribo sin querer una crónica de tres páginas. Hilar ideas, imposible. El voto castigo. Hablo sobre un cliente albañil que me contó que su voto fue rechazo. La ficción de una conversa que fue corta, interesante, pedagógica. Me dijo: «no es lo que estábamos pidiendo». Tenía los ojos celestes. Intento transmitir la teatralidad en el oficio puteril en un mamotreto falto de sentido. La Teo me habla de un cómic donde el cliente le recomienda ser actriz a la puta, y ella en el globo de pensamiento da a entender que putear es una rama de la actuación.

Canturreo del coro de La Lupe que tanto le gusta a las trasvestis antiguas. «Lo tuyo es puro teatro»; molestandose unas a las otras de dramáticas, o de estar haciéndose la mujer. Enseñanzas de las prótesis. Corsés, maquillaje, uñas, esponjas. Binders, penes de plástico. En la rutina de la Sofía en el metro habla de lo que había antes del diagnóstico disforia de género, durante el siglo diecinueve le nombran como «ilusión delirante». Por la noche, a la Noelia y a la Tota las corretean de una esquina donde se han parado a cantar y predicar.

«Se hacen tanto los hombres», dice la canción que palabrea el histrionismo masculinista del hombre común. La Tota anunció por el micrófono, medio picada con les empleades que le querían dar prioridad al ruido de la banda fome que han invitado a tocar al bar: «la calle es el escenario de todo el mundo», aludiendo al concepto de un escenario democrático. Voy armando un lego sin pies ni cabeza. Sigue la lluvia de ideas.

Investigo por redes. Performances. Me maquillo. Necrocracia. Anti gala. Organas y Balmánicas repartidas en imágenes. Un evento. Otro más. Una de ellas dijo que la perfo es ante todo un ejercicio de ego. Estabamos hablando de les maricones kikis, entre quienes circulan ideas de revolución sexual, corporal, trans-noséqué. A punta de runways y death droop. Una expresión disruptiva en un ritual grupal. Ego: artístico, político, personal. No sé. Ego. Puede contener un texto, trasfondo deshaciéndose en explicaciones, pero, ¿qué contiene de lo que entendemos por «acción directa»? Y ahí viene el meme de mi algoritmo burlón: «amiga, hagamos una perfo».

Pesco El Zanjón de la Aguada. Copio una oración de una crónica en Plaza Italia: «puterío travesti, pelusaje drogo y el maraco mendigar». La calle, aunque lo parezca, no es terreno para todas las expresiones. De noche podría ser, hasta cierto punto. De noche me siento menos ansioso de salir. «La dictadura sexual nunca terminó», se desplegaba en la acción relámpago en donde participaron Las Indetectables en el frontis de la Universidad Católica, un veinticuatro de Octubre, días de estallido. Leo el champurreado sin sentido que me queda en el word. Tomo una pausa de café.

Entro al instagram de las indetectables. Las fotos me hacen recordar la frase al final de La Llorona, con la Mitchelle Clementi desplegando su animita de las muertas olvidadas, junto a la crítica de que desde el norte todo nos lo quieren nombrar. «América india, mujer travesti, como territorio de conquista». El origen de la tragedia comienza con asumir que tal o cual cosa es arte. Lo que hubo antes, lo que hay ahora. Mestizaje. Ojos entrenados en la mansedumbre, el velo de lo bello, lo bueno. Herencia de términos que vinieron primero en barco, ahora en fibra óptica. Teatro, grecoromano-judeocristiano, llegando al otro lado del océano, nombrando lo que quizá acá se nombró, siquiera se nombró. Como los bailes. Como el género. Trato, sin éxito, de buscar la foto de la performer que se escribió en el torso «mi cuerpo es más antiguo».

Me distraigo viendo la película The Wall, perdiendo dos horas de escritura. Pienso: arte masivo, arte para todes. Que miedo las masas, que miedo el fascismo. «Somos el treinta y ocho por ciento» decía un cartel en el café-bar donde me invitaron a leer. Los hijos del hombre se reían de mí. Bien alimentades universitaries golpeaban las mesas gritando «¡apruebo, apruebo!». Reflexiono a modo de revista sensacionalista: ¿qué porcentaje eres tú?.

El trabajo de las deshinibidas, cochinas, terribles, adictas, fuertonas, en rescate de la cultura insurrecta. Que no son las regias Emilia Schneider ni La Mujer Fantástica; parafraseando el poema Me Cuido, the dark side of the trans ¿Quién representará a las cuerpas abyectas en el espacio público?. Hay que sacar el pornoterrorismo a la calle. A nadie se le ocurriría decir tal disparate. Dita Parthon dice que las performances no se anuncian, mientras barrimos el arroz hasta en rincones ínfimos, de una prima que dejó la cagá en el Éxodo, pero bueno, así es el ambiente verás tú.

Siento serpientes en las venas, sentado en la cuneta. Alrededor la crueldad, la bohemia, las alegrías melancólicas. Nostalgias. Veo que van pintando las calles del plan. Que la pintura tape la rabia, o el golpe. Como la que se pone sombra y base para disimular el manotazo del marido. Les viudes del apruebo; y yo. Mi luto es anterior: la disolución ciudadana de la disidencia sexual. No tenemos que estar en todo de acuerdo, supongo, pero el enojo no me lo quitan.

Un aborto de bandera maldita. Brujes, hadas, devenides planta, no binaries, transdemonies y cuanto bicho nuevo anda dando vueltas, ven el reflejo de su rabia en un escenario. ¿Quiénes merecen representación y quienes no?, ¿cómo trabajan las mayorías la cuestión de la biodiversidad? Cyberbimbo, medio marxista, dijo apuntar a ser «mayoría real», sumándose a la discusión en memes que llaman a un ajusticiamiento por el acto conocido como «el banderazo». Quieren a tres travestis pobres muertas, qué original. Pienso en la perfo donde le tiran semen a un video de Allende, y la Lemebel, señorona comunista, indignada con esta gente elegetebé, les manda a la mierda con funa y atao. Demasiado posmo para su colisa barroca clásica.

Ahora todas se hacen las hijas de la Perra. Releo la entrevista de Irina la Loca para La Tercera. Miedo a ser «la paca del underground». Una puta dice que les maricones llevan décadas sacandose weas del culo. Sin embargo… ¿Cuántas de esas sacadas han hecho la proeza de ser noticia internacional? Eli Neira junto a la Organa lo hicieron con un rosario, en la misma plaza. Nadie rompió vestiduras, quizá una que otra feminista. De las mismas que correteaban al bloque de les putes en la marcha de santiago, «aquí hay familias, tápense», decían junto a los aliados.

Una obra. Un mensaje. «El hoyo es más pornográfico», que la cárcel, que el sename, que cientos de personas que perdieron sus ojos a disparo de policía, a la vista de todes. El hoyo fue más obsceno que todo lo que nos ha pasado, y eso ya es mucho decir. Se perdió la bandera. Imagino que la irán a vender por internet en un futuro. Al día siguiente un curioso huaso en carreta azota ciclistas. ¿Alguien piensa en les niñes? sobre la carreta flameaba una bandera enorme. Símbolo patrio. Esas palabras me trasladan a la infancia, cuando en el colegio nos enseñaron, a propósito de orgullos nacionalistas, que la bandera tenía el rojo predominante en honor a la abundante cantidad de sangre que fue necesaria para fundar este coso al que llaman estado-nación.

Escribo en un papelito: hay cosas que se pueden hacer y otras que no. Ofenden a la moral y las buenas costumbres. Remembranza de leyes contra vagos y viciosos. Gritarle a mil personas, como Pink Floyd; que cualquiera entienda lo que quiere entender. La energía ritual. ¿Muere la obra en el efecto doopler?, ¿se pierde el sentido cuando tus ondas llegan lo suficientemente lejos?. Sebastián comenta «que la obra esté lo suficientemente cerca para pegarse el covid». Alguien dice que el show del cierre de campaña podría entenderse in situ, más no en un en vivo, en directo, con miles de detractores políticos.

Encuentro en otra libreta una pregunta de la Sofía: «¿a quién prefieren como la Loca del Frente?, ¿a Alfredo Castro o a la Daniela Vega?». Casi todes respondemos lo mismo, pero no falta la que dice que, por muy buen actor que sea Alfredo, ningune tiene en el cuerpo los vivires de la protagonista de Tengo Miedo Torero. Al incio del Infierno Travesti, del disco Reinfection Tour, se escucha un dialogo de la película de Almodovar, dónde el actor le saca el molde al weco, porque tiene que hacer el papel, y la marica le pregunta que porque no le dejan hacer el papel, y no puede, porque sólo es un maricón.

En este baile hay diversas maneras de sobrar, decía una anotación que hice durante el estallido. Y bueno, ¿dónde hay teatro?. «Teatro, lo tuyo es puro…». Un B tutelar, con un A en silencio, y un C para mayores de dieciocho, horario nocturno.