Radiografía a Crítico de Cristóbal Gaete: una posibilidad de entablar puentes y disrupciones para la crítica cultural en la región de Valparaíso Literatura Por Breno Donoso Betanzo 1 La crítica en la región de Valparaíso se encuentra en estado de abandono. Ya sea en literatura, artes visuales, cine, música o teatro, no existen los suficientes y necesarios ojos críticos que abarquen la diversa y rica producción artística de la región. Antes que todo, si el objetivo de la crítica es construir un puente entre el espectador-lector y la obra de arte, este puente que realiza la crítica, no debería ser construido sobre la base (a veces oculta) de quitarle espacio a la obra de arte, tampoco ser maniqueísta, ni mucho menos creer que el único discurso válido lo desarrolla la academia, la prensa o algún crítico con demasiada tribuna. La crítica, para salir de su estado de abandono y anquilosis, debería comenzar a circular a través de los intersticios, donde cualquier sujeto con cierto grado de opinión, inquietud, pasión y conocimiento articule su visión de mundo con la de otros, sea confrontándola, o formando semejanzas. La crítica, por tanto, no tendría que construirse bajo la pretensión inútil de un puente Caucau, sino con la inquietud inmediata, erótica y sensoria del ser comunicante y significante. 2 En esta región, y más específicamente, en la ciudad de Valparaíso, se encuentra el mayor y más entusiasta flujo de escritores, librerías, talleres y editoriales independientes que hacen literatura. Al respecto de otras ciudades de la región, pareciera que ese flujo provincial no se visualiza sino para ellos mismos en un ejercicio de memoria o recreación. Chile es tan centralizado, que inclusive sus regiones lo reproducen quedando el flujo cultural encerrado en las capitales regionales ¿Quién conoce algún poeta de San Felipe que viva y escriba en su ciudad? ¿O alguien que tenga la posibilidad de leer a micrófono abierto algún poema en la plaza de su ciudad? 3 Ahora bien, lo anterior no fija nada sobre la aproximación crítica que se espera emprender con la lectura de Crítico (2016) de Cristóbal Gaete. O quizá sí. Vamos a ver. El libro Crítico de Gaete inicia con el texto Jagger Delira, que de inmediato presenta al lector la forma híbrida que tendrá el resto del libro: articular y alterar cualquier mito por medio de la construcción y destrucción irónica, sumado a la fragmentación de los argumentos; ejercicio escritural representativo de una historicidad de la poesía en el puerto, y no sobre el establecimiento de algún canon, método o manifiesto literario. No obstante, la lectura de este libro no nos permite entregar descripciones definitivas puesto que Crítico posee en sí muchos registros y géneros que altera y articula; lluvia de alter egos en decadencia, dulces demencias, febriles famas. Biografías y obras circulares, otras y las mismas, con un turbador retrato de Lihn al lado. Crítico no basta para ser definido solamente como un libro experimental; cuando se va leyendo eso ya se da por hecho: no es su característica central. La tensión en torno al lenguaje cruza a Crítico por completo: el lenguaje no alcanza, tuerce la realidad, los símbolos y el conjunto del libro se transforma así en una gran metáfora de la incapacidad del lenguaje para decir lo que desea. Tampoco se puede asegurar que el libro quiera decir solo una cosa, respecto a la mitificación urbana o al lenguaje; su alternancia juega con un lenguaje que se crispa, resiente, resiste a una sola categorización. 4 En el primer capítulo Jagger Delira, leemos lo siguiente: Su padre intenta rescatar el almuerzo en los desechos de las bodegas, limpia las frutas con un pedazo de diario que recogió un poco antes. El pelo de la niña roza el borde del tacho, ella no se da cuenta, ensimismada. Pero Lira no puede describir eso, el objetivismo no es capaz de dar cuenta de lo que imagina la pequeña. Formulamos las siguientes ideas que se desprenden de Jagger Delira: a) La insuficiencia de dar cuenta de la realidad marginal b) el usufructo de la marginalidad y la mitificación de la realidad por medio de la escritura. Otra lectura de Jagger Delira, nos deja ver a) al poeta chileno Rodrigo Lira alternado en un juego esquizo de espejos entre locura y realidad, con el rockstar Mick Jagger, quizá dando cuenta de dos formas del mito o mistificación urbana y popular, sobre un artista b) O Rodrigo Lira a pedazos, en fotocopias, en fragmentos, zurcido, ya muerto y poseedor de una historia casi anónima de un poeta de culto chileno y sudaka; lectura contrapuesta con la historia saturada de fama, escándalo y brillo de Jagger. Dos lecturas, formas del mito, de la mitificación popular y anónima. Asimismo, resulta interesante como la referencia a Rodrigo Lira en este relato representa un arquetipo de la realidad: es cualquier poeta joven con los mismos problemas mentales, existenciales; es un molde-mito para cierto tipo de joven actual, lo que incentiva o representa una promoción en la lectura considerada de jóvenes-artistas-malditos-porteños, cuando leemos, entre otras partes del relato: Su celular, el que sólo recibe llamadas de sus padres, probablemente esté aún en el colectivo, en el bolsillo del chofer, que lo reducirá al día siguiente, antes de que Lira despierte. En suma, Jagger Delira, relato pop-mestizo y contrariado que, asimismo, limita y juega con lo paranormal y místico si se quiere: Detrás de él hay una oscuridad/soledad que viene de la calle-esquina y muerde el bar y la espalda del ex poeta, quien bebe roncola sin parar. 5 En el apartado Poetas Porteños de Crítico, se puede distinguir la forma híbrida del conjunto. Este apartado con gusto a reseña histórica reafirma que este texto contiene distintos géneros que el autor podría calificar de escombros, pero que son leídos como fragmentos trabajados, nacientes de la rebosante actividad lectora y escritural. Textos narrativos, reseñas, testimonios, investigación: el ojo enunciativo rebasa de contenido histórico-poético, que para un escritor aficionado a la literatura es posible digerir, pero para un lector común, resulta un tanto asfixiante, satura, supura de referencias librescas y populares. Es un libro que rebasa de ironía, sátira, pero es complejo de deshilvanar hasta para un super-lector. Crítico huye de cualquier categorización: si a momentos puede resultar denso, en otros momentos el libro completo se vuelve fresco y jovial: Rojas haciéndose parte de la carroña, hábito alimentario de los estudiantes de la UPLA sin beca de colación: rescate de los restos de los almuerzos de funcionarios, profesores y alumnos becados, antes de ser desechados. Una maldita mezcla que vacila entre la amargura y frustración hacia la escritura, o quizá es la posibilidad de entablar un diálogo con las generaciones actuales de jóvenes entusiasmados por la literatura. Resulta una diatriba relevante y pertinente (palabras viciadas que ocupan los académicos en sus estudios) hacia la academia, cuando Gaete nos habla sobre el panorama literario porteño: Hacer parte de su locura a otros: la misma UPLA le publicó un libro, y dos de los poetas más importantes de la zona –Marcelo Novoa y Juan Cameron–y el profesor de literatura emblemático –Eddie Morales Piña– escribieron en él. No hay que engañarse, los dos primeros casi se excusan de escribir para Rojas, en cambio Morales era una especie de chupasangre de las generaciones literarias que encuentran en sus estudios una validación. Espectáculo que pareciera siempre secuestrado o monopolizado por dos o tres personajes, unos cuantos poetas y algún académico pedantesco que valida sus estudios en base a ser un chupasangre; concepto acuñado a la perfección para este caso – y los muchos casos que no refrescan los libros ajenos con un sentido democrático de la crítica, sino que lo añejan, para confundirlos entre sus estanterías ciegas como un secreto que les haya costado tanto trabajo descubrir. Siendo que todo lo del Ser se encuentra a la alcance de su propia metafísica y versatilidad del pensamiento. 6 Pero este sujeto Crítico va más allá, entregándonos de forma lúcida su visión sobre el panorama actual de la sustentabilidad literaria porteña, al decirnos: El recital nocturno del poeta sufre la desnutrición previa a la muerte: falta de público y de juez En este punto nos queremos detener: “falta de público y de juez”. El público que asiste a los recitales de poesía va y viene, es más bien versátil y errático, no obstante, encuentra fidelidad entre los poetas del recital porteño, que se escuchan y leen entre ellos mismos; se presentan sus libros entre ellos en un gesto de sana solidaridad, sin embargo ¿cómo entrar en esos grupos? ¿Cuál es el requisito o currículum que te abre un sitio para ejercer y nutrir la poética a través de la crítica literaria? ¿Necesito haber publicado e indexado artículos tras artículos, cayendo en el mismo mal competitivo que los académicos? Al respecto sólo se despiertan interrogantes y no muchos asertos, pero valgan estas interrogantes para refrescar el recital del poeta y abrir distintas (y las mismas) aristas de discusión sobre la temática. Ese juez enunciado en Crítico nos parece central para la reflexión y discusión no sólo del libro sino para observar la situación actual de la crítica. Un aserto que nos acerca milimétricamente sobre la revelación de una situación compleja: en el momento que casi se da por saturada la tensión entre arte y contenido (político, social, moral, como se le entienda) resulta que la escasa o poco sabida producción crítica no sirve de puente, sino que se termina cerrando sobre sí misma: circularidad crítica parasita las mismas tribunas. No consiste en paternalismo, consiste en estar en cuestionamiento sobre la situación de la crítica y la producción literaria y artística del medio y el territorio. Puntapié o trampolín, la crítica y la lectura como trampolín nos sitúan hacia el placer del texto, la erótica del arte. El sensorio a través del dispositivo escriturario. La intertextualidad sirva para conectar con aquel sensorio que reparte arte y política en y desde el cuerpo. Si insiste el propósito de escribir o crear es porque existe un lenguaje que se sitúa, rebasa, resiste, sufre auto-boicot: se nos altera. En este caso, afecto y efecto de lectura y escritura en un cuerpo. Quizá, la crítica ideal sería la de dos seres conociéndose, confrontándose, conviviendo: lector apasionado que interrogue y no tema ante el caótico texto pues entre líneas se encuentran los mejores aforismos. Susan Sontag decía que había escrito Contra la interpretación en un ritmo alterno de aforismos. Y mucho antes Nietzsche había hecho y dicho lo suyo. Diamela Eltit burlaría la tradición aforística diseñando tétricas tomas desde la renovación de un estilo neo-barroco y situado. Y así muchos más prueban su parte en la repartición de lo sensible, donde no sólo se ponen en juego las máscaras, sino cuerpos y dispositivos escriturarios. 7 Cada poeta quiere su trozo de luz, aunque sea un momento, un par de páginas en una antología No se trata de trozo de luz sino cabida en el reparto, aproximación de los sensorios de la escritura a través de un público que logre conectarse con las nuevas narrativas, prosaicas, objetivistas realidades. 8 En el capítulo Maldito la primera persona se toma el discurso densa y violentamente -y aquí no se habla que el autor inconscientemente haya volcado todas estas imprecaciones y bravatas porteñas desde su inconsciente- habla el inconsciente colectivo de una ciudad inefable, que nunca alcanza a ser descrita: Valparaíso no puede ser descrito: desborda y supura de personajes y vidas, recodos meados y manchados por la decadencia: Por eso, hay que ser más vivo, y yo soy el más vivo. Para que esta ciudad esté limpia y sea el patrimonio de la humanidad que dicen los franceses enamorados de la decadencia, también hay que eliminar al poeta porteño, pero no de una manera violenta, eso solo logrará reproducirlos, estirar su mito en la oscuridad, saltar de bar en bar vendiendo sus autoediciones, sintiéndose agredidos por la indiferencia, pedir un vaso de cualquier cosa para seguir caminando. 9 En Días y noches por el Almendral, perspicaces y erráticas van sucediéndose las sombras de poetas y artistas vivos y muertos: Ximena Rivera, Óscar Farías Assen, Alfredo González, Miguel Edwards, Manuel Rojas, Silvia Murúa, Víctor Rojas, Rolando Cortés, Carlos Altamirano persiguen a Gaete y Gaete los persigue por los cerros, el Consejo de la Cultura, Hospital Psiquiátrico el Salvador, por el Cinzano, Plaza O´Higgins encantado y desencantado, como un gran fans fracasado y obseso, fiel y abúlico en su -culto under y urbano a la locura y sus personajes: tendencia popular al culto de la locura. Por esto destaca el carácter educativo del libro: En aquel “libro”, Carlos Altamirano subvierte la tradición de poetas paseantes y consumidores, al transitar por la ciudad como si fuera un vuelo rasante; choca con las reglas del sistema y las atraviesa, así también con la lengua que lo contiene. Decide entonces ejercer el habla de la calle, que al no estar establecida es como suena, como te suena. Aunque los lectores no conozcan necesariamente quienes son y fueron estos artistas que estuvieron o no en el puerto, que murieron a causa de los mendrugos con los que viven los artistas en el Horroroso País, los lectores solidarizarán con estos espacios cotidianos donde los artistas siembran sus huracanes para destilar las visiones, rostros, semblanzas donde se libera la tensión de las generaciones y sus conflictos éticos y estéticos. En Días y noches por el Almendral la reflexión sobre un trabajo crítico que integre no sólo a los artistas residentes en Valparaíso, sino también a la provincias, cuya creación literaria y su difusión sirva para que distintos sujetos apasionados y dispuestos a hacer rodar la piedra por los valles, cuenten sobre la particular abyección que cruza cualquier valle de anónimas vidas con no-lugares. Inserto como la realidad más viva, sentado por horas al computador consiguiendo hacer algo con estas letras y cuerpos, el escritor cita un trabajo actual sobre la creación de redes de escritores en algunas ciudades de la Región de Valparaíso. Autoreferencia, auto citarse porque el escritor se desbordó desde su archivo. Todo consiste en el cuestionamiento del sistema de clasificación y ordenación de los archivos. En Crítico, el sujeto escribidor, aunque ávido de mitificaciones y demencias, no se mitifica, sino que se presenta en el momento y la situación cotidiana en donde escribe, bebe cerveza, transcurre resacas, añeja licores, populariza la entropía del sensorio del puerto. Crítico. Critico todo. El poco dinero que recibo por escribir un texto maravilloso y lo que me demoro en escribir un par de minutos de video y ganar el doble. Yo siempre creí que valía la pena. Este libro se entrega y renueva con la experiencia sobre lo porteño situado en la ciudad de Valparaíso y sus recodos, pero a la vez propone otros trabajos que enriquezcan el sitio literario, con creación artística que modifica la técnica a través de otros dispositivos que darán cuenta del mismo cuerpo literario, alternando géneros. 10 En La posibilidad de una poesía punk en Valparaíso se enuncia y acuña un nuevo concepto que interesa: el auto boicot. Este concepto que podría ser relacionado a la antipoesía, representa más bien una negación y crispación que produce el lenguaje cuando se altera y se encuentra en marcha: Altamirano utiliza el boicot, el autoboicot, para hacerse un lado de la poesía, dirá Gaete, en un registro de cronista y crítico. Crítico, quizá, estaría cercano con la falsa poética de Elvira Hernández, leída en Álbum de Valparaíso (2002), cuando la poeta nos dice en sus versos: Mi propia arenga no me impresiona * No sé si seguir tragándome el indiscernible pienso O comer pichoa como cruel cicuta De Ya no me voy a sentar a la plaza, me siento en la placilla Desde el espacio poético se establece un desafío desde las distintas poéticas, al poner en cuestionamiento el sistema de clasificación y ordenación de los archivos que discute y recorta. Confrontación del marco referencial como un tejido inquietante donde caer y la renuncia a todo tipo de sabiduría referencial por medio del uso cotidiano del lenguaje, donde se decide entonces ejercer el habla de la calle, que al no estar establecida es como suena, como te suena. 11 Ya avanzado Crítico aparece Caracol un cuento que pareciera colado en el libro pero que vuelve a la posibilidad de alternar y exponer lo que es la vulgar y cotidiana vida de cualquier sujeto: inversión que desmitifica el sitio del escritor que se presenta como alguien que vive, trabaja y sobrevive entre medio del gentío, ni afuera de la realidad, ni obnubilado por lirismos, sino adentro de la esfera urbana. Lo espejeado en las vitrinas de las galerías decadentes del alma humana, donde se ama y se odia: Escribo estas espurias memorias críticas en cualquier lado. 12 Interesa la indeterminación, la disrupción del entramado de este libro. Desde su escritura se espejea todo un planeta estético de la alteración, situado en las tensiones de alguna heterotopía. Los dispositivos escriturarios resisten mediante un lenguaje fragmentario cuyo trabajo se establece entre la espesura de múltiples formas que apuntan a emancipar, finalmente, la historicidad de cualquier sujeto que escribe o crea, mitifica y desmitifica, encanta y desencanta. En cuanto a la necesidad de ocupar el sitio en abandono de la crítica, queda de manifiesta la insubordinación posible de conseguir mediante la escritura y otros géneros que se alternan bajo un estado consciente al devenir de las distintas expresiones artísticas: recorriendo a diario, cual reina hiperactiva, la contracultura y sus vitrinas.