Quirón y los seres del otro lado Artes Visuales Por Valeria Orellana En Valparaíso se vive el arte de manera distinta. Pareciera ser que aquí la gente encuentra donde hacer realidad aquello que habita dentro y que, de alguna manera, despierta al entrar en contacto con el puerto. Dedicarse al arte, en cualquiera de sus formatos, es un riesgo que se toma de manera consciente, puesto que su realización, en la mayoría de los casos, es independiente y su posterior exhibición limitada. Aun así, la necesidad de crear es tanta que deja de ser impedimento y pasa a ser una motivación para transitar la tormentosa, pero romántica senda del artista. El arte urbano de Quirón es reflejo de la escena local a través de un imaginario mágico e introspectivo, otorgándole parte de sí a esta ciudad todavía atrapada en la bohemia nocturna de los tiempos de la Echaurren que poco a poco se ha ido encarnando en los (des)afortunados que caen bajo su hechizo. Quirón (@pulmones.azules) es partícipe del bullicio que generan estos seres del otro lado, alquimista porteño, invocador de realidades que pasan coladas ante la urbe del puerto principal cuyo lenguaje a veces tan desde lo lógico no permite más que un simple “deleite especulativo”(1) cuando se habla de arte. Estas “ciudades invisibles”(2) mantienen viva la esencia de lo propio en Valparaíso que, si ustedes se han leído las cartas sabrán de lo que hablo, no es más que un nido de locos(3). Una creación que sobrepasa los 200 ejemplares en técnicas varias (tales como grabado, plumones, acrílicos, acuarelas, cerámica, lápices de colores y tinta china) y si hablamos de intervenciones urbanas perderemos en definitiva la cuenta. Para encontrar uno de ellos solo basta con salir a dar un paseo por el barrio puerto, o tal vez subir por carampangue hacia la avenida playa ancha, subir quebrada verde hasta central, tomar una 607 hacia viña y al pasar de camino cintura a avenida alemania estar atento viendo por la ventana, bajar de la micro en subida ecuador y hacer el resto del recorrido a pie, adentrarse a las calles populares del centro, como son condell, brasil, pedro montt, colón, victoria e independencia, entre otras y otros cerros de Valparaíso. Estos seres situados en escenarios oníricos a menudo compuestos por geometrías erráticas habitan un reflejo distorsionado de lo que sería lo contemporáneo con relación al sujeto, la sobreescritura de emociones y percepciones del cotidiano no deja otro remedio que habitar el desorden(4), creando un nuevo sistema de códigos y símbolos para interpretar la experiencia de vida. A través de arquetipos propios que conforman el relato que subyace de una búsqueda progresiva que entrelaza formas y colores, otorgando sentido a medida que construye. Imágenes que abstraen los lugares de la memoria inmediata para hacer de ella una suerte de conciliación de procesos. El uso de la palabra escrita como intérprete, siendo recurrentes conceptos como la esperanza, el cultivo, la búsqueda, el sentido y los sueños. La naturaleza y los temples de ánimo aparecen materializados alrededor de aquellos cuerpos que contorsionan en función del gesto a menudo contemplativo en forma de velas, relojes, estrellas y navíos. Todo lo nombrado da cuenta de una obra de introspección y de búsqueda a la vez que frenética y meditativa. Quienes pertenecemos al subsuelo compartimos códigos y símbolos, vivimos a medida que las cosas nos hacen sentido(5). Esto no quiere decir que cedamos ante lo imaginativo, por el contrario, nuestra mirada se vuelve crítica, independiente del resto(6). Es en este momento que nuestro entorno cambia, las paredes hablan y los caminos nos invitan a perdernos en ellos, de manera que “brinda tal calidad de sentido de vida que sutura heridas, ordena desórdenes, hace experimentar que el caos se ha transformado en cosmos, pues convierte lo propio en real”(7). Quirón es reflejo del estado actual del arte local, del arte que no se expone en galerías ni se presenta con títulos anteriores a su salida al mundo. Es un artista a la antigua, los que se abandonan por completo al deseo y la necesidad de construir un mundo donde sí haya un sentido. Y es que “el hombre no puede obtener nada sin primero dar algo a cambio”(8) y porque se vive por y para el arte es importante que se reconozca en estos espacios y se de cabida en el otro mundo que concibe la disciplina algo distante del puerto noctámbulo y delirante donde habitan estos seres del otro lado.