Por Javiera Bravo

 

En septiembre de 2022 llegó a Chile el “Proyecto arcoiris”, gracias a una articulación entre la Corporación Municipal Cultural de Museo de Bellas Artes de Valparaíso y el grupo Qroma (marca Tricolor), iniciativa público-privada que busca promover el sentido de comunidad e inspirar conductas positivas a través del muralismo en sectores grises de la ciudad que, a la vez, se intenciona como una estrategia de mejoramiento urbano y reactivación económica para Valparaíso. 

El proyecto promete pintar más de 5.000 metros lineales en al menos dos etapas, comenzando con el mural del colectivo “Arte en tu barrio», situado en calle Condell, más específicamente en la fachada del edificio de la ex Cooperativa Vitalicia. Para luego, continuar cubriendo cortinas de locales comerciales (primeras plantas) desde Barrio Puerto hasta Av. Argentina, dando contenido a la llamada “galería VAU” (entre Plaza Anibal Pinto y Plaza Victoria) espacio donde diferentes artistas y colectivos locales ofrendan su arte a la ciudad.

En un recorrido breve por calle Condell, por un lado tenemos que el mural de Plaza Aníbal Pinto, tiene como objetivo fusionar al Valparaíso histórico con el moderno, propuesta diseñada mediante conversaciones vecinos del edificio-lienzo que lo acoge y, por otro lado, las cortinas comerciales con diseños visibles posterior a la hora de cierre y que en particular, a menos de un año de iniciado el proyecto, se encuentran en su mayoría intervenidas por otros grafiteros de la ciudad. 

En este sentido el proyecto en Valparaíso carece de un hilo conductor y coherencia visual, lo cual también podría ser uno de los valores identitarios de la ciudad puerto y que el hilo conductor aparece en la diferencia de recursos plásticos de cada colectivo e incluso en las intervención de otros artistas callejeros que posteriormente buscan ocupar espacios sobre otros, plasmando diversidad de colores y firmas sobre otras, como el pañuelo de casas que se configuran en las alturas, cómo la arquitectura patrimonial es intervenida por la actividad comercial, cómo la vida de barrio fue emplazada por el turismo en circuitos patrimoniales de la ciudad y como las vistas son arrebatadas por edificios que crecen en los cerros.

En Lima, el “Proyecto Arcoíris” se ha llevado a cabo en sectores estratégicos de la ciudad donde el impacto ha sido recuperar notablemente la calidad de vida barrial desde el piloto del año 2018 hasta la última versión en 2022. Mientras que en Valparaíso, su presencia aparece a lo largo del plan, donde el espacio no propicia el mejoramiento de la calidad de vida barrial, sino a potenciar el comercio y el turismo, por lo que me hace pensar que el objetivo alma de este proyecto no se cumple en su totalidad y más bien se trataría de resolver una problemática profunda con soluciones superficiales, inclusive esta obra asistencialista podría beneficiar mucho más a la empresa de pinturas que al mismo Puerto. 

El alcalde Jorge Sharp mencionó que el proyecto le cambiaría el “rostro” a Valparaíso, pero ¿Cuánto estamos pensando en el rostro de Valparaíso?, ¿quienes habitan y sienten estos murales?, ¿es una estrategia de mantención urbana o maquillaje que recubre la historia de nuestra ciudad?, ¿qué tan profundo co-creamos este rostro con los porteños y porteñas?, ¿Cuál era el rostro de Valparaíso?, ¿cual es el rostro ahora? Creo que este sigue siendo el de una ciudad en mal estado de conservación, con cerros y muros de naturaleza atiborrada en la diversidad de formas y colores. Donde a la ciudadanía se le abraza brevemente con murales en lienzos en que pareciera ser que el mural se vuelve soporte.

Como bien plantea Magdalena Dardel, sobre el mismo sistema de abandono que se refleja en Museo Cielo abierto, los murales constituyen un registro del ejercicio, casi performático donde se desarrolla el sentido de comunidad, pertenencia y belleza al momento de su ejecución, pero posterior a eso solo se vislumbran esfuerzos institucionales débiles para evaluar los criterios de salvaguarda patrimonial y artística de la ciudad puerto.

Por lo tanto, sería interesante que la ciudadanía pudiera estar cada vez más al centro de estas ideas, participando no solo desde la voluntariedad, sino también desde el saber, la formación y discusión profunda sobre lo que significan su identidad y lo importante dentro de dichas mejoras urbanas que las instituciones deben atender con urgencia de manera sustancial.