Crítica y Análisis de la obra de Tutu Valentin Espinoza, en la exposición colectiva Persistir en la Imagen expuesta en el Centex de Valparaíso 2022

Por Nico Amaro López 

 

Lo trans lo queer, el travestismo y la extrañeza de la variedad sexogenérica de las personas se muestra normalmente como una parte privada, una parte que debe mantenerse en secreto sobre todo si no es normativa, si no encaja con un estándar. A veces, sin quererlo, las personas trans llaman la atención por su identidad visual, su corporalidad, sus formas de vestir y expresarse llegando a un otro de manera distorsionada. Así, son objeto de una precarización moral, siendo reducidas a simples bichos raros o identificadas como extranjeras dentro de un sistema binario. 

El sistema hegemonico designa y condena una manera de ser, como consecuencia de la sentencia de observación genital, se designa un nombre y un sexo que definirá un rol por el resto de la vida. Allí nace el trabajo de Tutu Espinoza, planteándose diferentes cuestionamientos sobre la existencia trans y disidente: ¿Cómo es renunciar a una identidad asignada al nacer? ¿Cómo es el proceso de transitar en un cuerpo supuestamente “equivocado”? ¿Cómo se usa esa corporalidad como elemento de protesta ante un sistema opresor? 

Entre testosterona, fajas, cicatrices, videos de niñez, videos de su operacion y un conjunto de objetos de su nacimiento entre varios otros, Tutu muestra fragmentos de su historia y de la historia de muchos hombres trans, masculinidades disidentes y personas no binarias asignadas mujeres al nacer, historias que muchas veces no son reconocidas en un cotidiano y en el entendimiento de lo “transgénero”, término relacionado más comunmente con el mundo de las transfeminididades.

El formato de la exposición se basa en una gran composición fotográfica central, acompañada por un televisor en cada lado, al frente una faja colgando y un muestrario. Del lado izquierdo se observa una imagen de Tutu recién nacido siendo sostenido por su padre, donde encima se superpone una ficha rosada sin nombre. Al lado derecho se observa una gran imagen en primer plano de su proceso quirúrgico acompañado por pequeñas imágenes del antes y después de la operación. En el televisor del lado izquierdo se muestra él cuando pequeño y del lado derecho se muestra su proceso después de la operación de masculinización de pecho. La faja colgada tiene las orillas del cierre bordada con nombres y abajo el muestrario contiene álbumes de fotos antiguas, una caja de galletas con su cordón umbilical, una imagen de una virgen y la ficha que vemos en la foto del lado izquierdo, al lado hay una copita menstrual, vendas deportivas y una caja de testosterona entre otros elementos significativos. 

Si bien esta obra es una sola parte de lo que Espinoza mostró en el Museo Sala Tránsito de Iquique en la exposición TRANSMEDIA, los elementos son los justos y necesarios para adentrarse en su historia personalEl registro de una historia no contada, pero colectiva y representativa, un archivo de vida de un recorrido que se toma y rehace la identidad, se parte de nuevo, o más bien se va construyendo, se interviene una corporalidad que no se siente correspondida y muta buscando lo propio, buscando, como bien dice el texto curatorial de la exposición “La posibilidad de ser quien se es realmente”. 

Con un tono nostálgico pero orgulloso, Espinoza muestra en la exposición fragmentos de este recorrido pasado, con una simbología clara, objetos específicos que fueron parte fundamental de su historia, una mirada desde lo asignado al nacer, que a primera vista destaca como la ficha de nacimiento en un rosado fuerte y patente como aludiendo a esa feminidad impuestaLuego, complementándose con el fondo, la figura paterna que le sostiene de bebé llorando desgarradoramente, pareciendo como una primera protesta de la existencia y de sus imposiciones normativas. Por otro lado de manera continua se alude al cambio de ese bebé, la negación de lo impuesto a través de la intervención corporal. La transición, se divisa como un inventario de objetos símbolos, pequeños elementos que marcan una historia de metamorfosis. La faja central concentra otra parte importante de su historia y de la representatividad colectiva, ya que fue prestada a varixs chicxs que también pasaron por la mastectomía, lxs cuales fueron bordando sus nombres y le escribieron tanto a Tutu como entre ellxs, casi como una herencia hacia otrx, una herencia llena de coraje, dolores y compañerismo llevado en el alma, compartiendo en sus cuerpos las cicatrices bilaterales que son testigos del cambio, de la colectividad y de la protesta contra lo normativo. 

Finalmente, la obra de Tutu Espinoza, trae a cuenta una realidad más escondida de la cotidianidad, pero que muestra la historia de muchxs quienes no son vistxs, la historia de una comunidad y de muchas familias que se enfrentan con lo LGBTQ+. La exposición muestra un fragmento de resistencia en lo disidente de la identidad trans y de su corporalidad que marca en sus cicatrices una protesta hacia la norma impuesta desde el momento de nacer. Por ello muestras como esta son importantes visibilizarlas, para ir ganando espacios de discusión artística y política de las que nadie puede desentenderse y de las que todxs deberíamos ser partícipes.