Por Bárbara Castro

Común & Silvestre 2 No hay senderos en la cueva del brujo es el segundo número de esta novela gráfica escrita por Günen Raimundo Villarroel y plasmada por Pablo Delcielo en 2023. Fue editada por la Editorial Nihil Obstat y Ediciones Granizo, diseñada con un formato accesible, encuadernación rústica e impresión offset a tres tintas en papel bond, buscando una propagación sencilla. En su página web, la novela se describe como una escatológica aventura infraheroica, adentrándonos en un bosque fértil de historia y de cultura, más allá y más acá de lo humano.

 

Esta novela gráfica es una crítica al orden impuesto en Abya Yala, pero también una caricia a la memoria, que se sazona con aguda ironía, relatando un viaje hacia las profundidades del territorio, entendiéndolo “no como un espacio determinado, sino como una multiplicidad de temporalidades en simultáneo dentro de un entendimiento común. El territorio es un relieve geográfico, pero también emocional y afectivo” (Ivan Rivera 2022) . Por tanto guardián de memorias que se hacen presentes por medio de esta gráfica, entre ellas la iconografía de un petroglifo del periodo colonial ubicado en Jahuel, Santa María que representa el amargo capítulo de la conquista española, documentado por Monica Cortes y Sebastian Candia en el libro Iconografía de Aconcagua: una aventura rupestre. Común y silvestre nos muestra la huella de la herida colonial, haciéndose cargo más allá del lugar del dolor o temporalidad, proyectando una historia viva y llena de sensibilidad. La huella del periodo colonial se muestra como potenciador para imaginar nuevos mundos, muy en la línea de pensamiento de la socióloga Silvia Rivera Cusicanqui que recurre a un antiguo aforismo aimara: “qhip nayr uñtasis sarnaqapxañani” “Mirando al pasado para caminar por el presente y el futuropara trabajar esta idea de multitemporalidades en comunicación y tensión que se hacen presentes en el ahora.

 

Por otro lado Pablo Delcielo trabaja la ilustración desde una estética doodle, plumón grueso y dibujo rápido, refinada con tramas que entregan medios tonos, un lenguaje actual que resulta un respiro en medio del esencialismo con que son tratadas estas temáticas. También recurre a patrones y fractales para dar movimiento a la historia que bien podría apreciarse como un viaje psicodélico, lo que genera una mixtura estética muy fresca.  En estas páginas hablan múltiples voces -tan diversas como lo es un bosque-, por medio de citas, conceptos, iconografía que buscan resonar dentro de nuestra hermosa diferencia. Nos dice que es necesario ampliar la obra creativa para que sea el canto de distintas voces y temporalidades que regeneren el tejido de la memoria. 

Esta conversación con el territorio nos invita a imaginar nuevos mundos con la continuidad de las voces que han sido silenciadas, no desde la nostalgia y la vuelta al pasado sino que muy vivido en el presente, generando espacios de multitemporalidad llenos de empatía, que nos recuerda que la memoria es un campo de disputa.