Por Javier Martínez

Que “sin la pedagogía vay a estar muy en pelotas frente al mundo y te va a costar aún más” era lo que más me decían, pero eso era un poco lo que quería. Sacar la licenciatura fue parte de la inercia de estar ya en una segunda carrera, más que realmente sentirme cómodo con lo que estudié. Pero quizás siempre se pueden encontrar incomodidades en lo que se estudia. Y esas incomodidades también permiten pensar en soluciones. 

Quería hacer muchas cosas y trabajar de profe no me iba a dar el tiempo o la organización que yo necesitaba. A medida que se acercaba mi último semestre se hacía cada vez más evidente lo mucho que había evitado el tema, hasta que decidí botarla. Ese último semestre fue bastante agradable, pude hacer mi tesis con pocos ramos y además tuve tiempo de trabajar para poder financiar esas otras cosas que quería hacer. 

Al final es todo cosa de balance y enfoque, pensé. Quizás si me iba a dejar “en pelotas”, como me decía la gente, pero tal vez eso no era necesariamente malo. Al final, lo que estudié es algo a lo que se le da forma haciéndolo y por eso el estar “en pelotas” me ha permitido, también, tratar de buscar una forma de vestir que me guste. Y aunque eso ha significado tener que pasar todo el día cortando pasas en una cocina o parado en un patio de comidas de un mall sin hacer nada, supuestamente supervisando el uso de un dispositivo que no necesita supervisión; me gusta sentir que de a poco estoy buscando la forma en la que me quiero exponer definitivamente al sistema. 

Porque a mí, lo que me daba ansiedad, era no calzar con esa forma de exponerse a la que me obligaba mi título; pero ahora, me siento cómodo sabiendo que la persistencia y el enfocarse siempre llevan a algún lado y que puedo diseñar de a poco mi vida como literato o músico o lo que sea. Quizás ahora entiendo que me da lo mismo la forma de vestir con la que me vea el sistema por mí título, sé que yo puedo definirla y el estar en pelotas termina cuando uno empieza a querer vestirse solo.

 

Fotografías: Carla Bravo

 


 

Javier Martínez

Supuestamente deberíamos vestirnos libres de imposiciones, ¿no?