Por Javiera Arenas

Escucha primera

La invitación a sumergirse en la estética propuesta durante el último tiempo por Camila Moreno pega fuerte. “Quememos el reino” y la posibilidad de construir un futuro donde estemos todas. Intentar quemar el reino aunque cada vez aparezcan más palacios tratando de borrar el rastro de las ruinas. El fuego que brota, que explota y que explotó, recorre la piel buscando salida, un punto de fuga donde incendiarlo se hace más fácil cuando encuentra combustible en canciones como esta.  

Escucha segunda

Tú. Yo. Ellos. Nosotras. Ellos. Ellos. Tú, que te caes de la cama que te construyeron tus amigos y te duele tanto el porrazo que no entiendes de dónde venimos y preguntas por qué; y te haces el desentendido y el que no se dio cuenta cuando la inmovilidad habla por sí sola. Ser que, curiosamente, ya no parece tan atractivo porque ya no existe. La muerte del Hombre. Nosotras.

El querer gritar y bailar a la vez, mientras te corre la gota, y el pelo se te pega a la frente, saltando entre una multitud que se arroja por una noche y que al día siguiente le duele la cabeza. Sentir las luces en la cara y encandilarse por dos segundos. Y reír y bailar con la piel, como se expresa tan bien al escuchar “Es Real” y que abre la puerta a pensar que lo extracorporal no responde solo a nosotros como humanxs. Un futuro post-apocalíptico donde la protagonista es medio humana, medio cyborg, y donde el amor trasciende a otros planos. 

Escucha tercera

Entregarse a los colores, al maquillaje, a la danza y a la intensidad te sitúa en un presente donde la humanidad se encuentra en crisis. El apocalipsis llega en medio de una pandemia, en medio de la revuelta, en medio de una crisis para instalar otra. El inevitable encierro que te obliga a compartir contigo mismo. Compartir con uno mismo. Uno mismo. Dejar de exteriorizar para escucharnos un segundo. Un segundo. Las redes sociales ganaron, somos redes sociales, todas las interacciones se redujeron a una pantalla, cuando la verdad solo queremos estar más “Cerca”, tocarnos, sacar la mano por la lámina de vidrio y sentir un ser distinto a mí. A mí.

La distancia. El internet. La soledad. El silencio. 

Escucha cuarta

O quizás no, quizás nos gusta mirarnos y que no haya nadie al lado, o despertar y que los cables crucen tu espalda mientras alguien llamada M te dice que tuvo un sueño muy raro, y de repente hay perras cyborg que te recuerdan a tu madre y solo quieres quemar con El fuego secreto a los hombres grises que se parecen tanto a los de acá. ¿A los de acá? Cuánto de nosotros hay y cuánto de nosotros queda. El caos y las preguntas interminables. ¿Soy más máquina o persona?, cuánto no había sido unido antes por el cableado haciendo conexiones sobre lo que trato de decir. Decir. Las palabras que se juntan las pienso o sólo se generan. Cyborg. Desde que escribo esto en un computador, para subirlo en una página y para ser comentado en una reunión virtual. Cuánto de nosotros nos queda. Si el analfabetismo tecnológico te dejó afuera, tus nietos llegaron a salvarte. Salven a X. Qué más apocalíptico que tu abuelo te hable de la última serie de Netflix.

 

Nos ataron al único árbol que queda.

 

Última escucha.

 

Fotografía portada: Andrés Larraín Araneda