Por Krishna Escovedo

Princesa Alba hace una pausa al amor adolescente, Mon Laferte a la melancolía y Rubio abre el campo de su ritual electrónico. Lo inédito viene de la mano del levantamiento popular  en referentes de todo el espectro de la música chilena contemporánea, que han hecho propio un canto que será valiente y siempre será canción nueva. 

Sentir lo que dice la calle, secarse el sudor de un halo lacrimógeno. Sentada en una de las tantas escaleras de subida ecuador, los perdigones van y vienen. Miren cómo nos hablan de paraíso… desde la altura escuchando a la Violeta, toque de queda, mártires, las alas giratorias del distópico helicóptero, luces sobre los cerros, cacerolazos incesantes, el kiltro ladrando mientras suena la alarma de los pacos, y la llaga punzante de toda nuestra historia. Un calor enrabiado y aliviador, detrás del canto en las marchas: el pueblo unido jamás será vencido, al unísono. Canciones que trascienden y logran ser puentes entre el pasado y el presente.

El cover de El derecho de vivir en paz de Víctor Jara realizado por diversos artistas chilenos ha conformado una revisión de la nueva canción chilena, integrando consignas como “Dignidad y educación, que no haya desigualdad” y más sonoridades, abriendo el campo de la tradicional guitarra a multiplicidades de voces e instrumentos que aluden a una mayor representatividad y pluralidad, desde referentes juveniles como Princesa Alba, Rubio, transversales como Mon Laferte hasta Javiera Parra. Es inevitable sentir escalofríos y una sensación de esperanza y conmoción, de un país que está siendo golpeado a sangre fría pero que retoma la lucha pendiente por vivir en paz. 

El canto como herramienta contenedora, convocante y de disputa del sentido común de oasis $hileno, también se ha manifestado en canciones como Cacerolazo de Ana Tijoux, Quememos el reino de Camila Moreno, Paco Vampiro de Alex Andwandter, y más recientemente en la intervención y canción Un violador en tu camino de Lastesis, quienes han permitido enfocar el horizonte del estallido social como una lucha feminista, capaz de remecer al mundo entero. En la obra previa del colectivo, han enunciado una frase que hoy más que nunca toca hondo en nosotr-s: “Nuestras cuerpas nunca más serán el sostén del capitalismo”. Las manifestaciones artísticas se vislumbran como potenciales articuladoras de la contracultura y la olla en ebullición: la destrucción del engranaje mundial.