Roy Pablo: el efecto pop de la próxima generación Música Por Paula Castillo M. Soy, boy, Roy. “Roy Pablo” titula en grande la portada, con una tipografía gruesa, curvada, transparente y bordeada en negro, como encabezado de un fondo en blanco grisáceo. En el centro, figura la cabeza de Pablo Muñoz, voz y guitarra de su propia banda, Boy Pablo, acompañado por una sombra. La ironía artística, apelando a un espantoso trabajo de diseño gráfico en web, es una atractiva constante de este proyecto musical en sus diversos formatos, así como en este artwork. Pero las apariencias engañan. Con una inmediata batería sonando de entrada, el vozarrón de Pablo, maduro y suave, con bajos ecos –y posteriores coros– en los arreglos, se impregna desde los primeros 16 segundos de “Yeah!”, el tema que encabeza la lista de este primer EP, “Roy Pablo”, una producción a cargo del mismo joven y su banda, compuesto de seis temas originales –en inglés– y que fue lanzado el año pasado en Noruega por 777Records, colectividad musical y management inspirado por el trabajo del músico. La historia de Boy Pablo se resume en el resultado de la amistad y afinidad musical que Pablo Muñoz, un noruego-chileno de 19 años, encontró junto a su primo Gabriel y tres de sus amigos –compañeros de colegio– cuando se aventuraron con tímidos demos en 2015. Oriundo de Bergen, Noruega, Pablo publicó en YouTube su primera canción “Flowers” en 2016, sin embargo no sería hasta el 2017 que destacó con “Everytime”, el primer single del presente EP, cuyo registro significó tres millones de visitas en la plataforma de videos y la participación en diversos festivales locales –codeándose de tú a tú con artistas de la talla de Tyler, The Creator y Beach Fossils–, además de su primera gira europea. No hay complejidad en los riffs –a cargo de dos guitarras eléctricas, incluyendo una estupenda y protagónica Vox Mark III–, mientras que el teclado se añade como un único elemento synth, conformando alineamientos de un pop orgánico, casero y sin arreglos de sobra. Sobre lo mismo, Pablo se ha autodenominado como creador de un “bedroom pop”, apelando a un formato de creación espontáneo y más simplista. Llama la atención la energía predispuesta, pero moderada, en el trayecto de los siguientes tracks. “Everytime” y “Dance, baby”, que con distinta intencionalidad lírica, buscan ambientar las historias y fantasías adolescentes de un Pablo, encantado por las desilusiones y esos primeros amores. La sincronía rítmica que mantienen la percusión, teclados y coros es especialmente evidente en este tercer track, que acelera el tempo en congruencia con su título y las ganas de bailar. Pasa también al encontrarse con “Ur Phone” otro corte que funciona por su lírica sencilla, clara y con un coro que aparece en la intro para dar paso a simples acordes del bajo y una percusión insistente, pero igualmente simple. Y aunque a oídos de nuevos fans pareciéramos estar frente al hijo de Mac DeMarco, lo cierto es que Boy Pablo, más que un nombre propio, representa un claro esquema colaborativo a nivel de banda, lo marca una diferencia –al menos inicial– respecto del músico canadiense. En este punto, los videos clips son un ejemplo a la vista, que tienen a Muñoz y su banda como protagonistas de irónicas coreografías. Esto, aunque el mismo artista noruego se denomine como un proyecto solista, cuando respondió a un correo que le fue enviado con el fin de complementar esta crítica. Asimismo, peculiares resultan las influencias de Boy Pablo, quien enlista desde The Beatles y Blink 182 hasta Tyler, the Creator, los indies de Vulfpeck e incluso algunos exponentes de la música chilena de antaño. Nostálgico, sugerente, hijo de una década sin figuras resonantes en el género –post 2000s– Boy Pablo manifiesta una interesante propuesta no sólo solista de Pablo Muñoz, sino de una banda de jóvenes sin pretensiones, pero con roles establecidos, que han podido encumbrar el resultado de un trabajo sólido, con un sonido establecido y una gestión perseverante, digna de copiar y enseñar a la próxima generación, su generación.