Grabados, pinturas y entre otras técnicas oscila el trabajo de Sonia, artista del Gran Concepción con gran dominio en su área, en la que se desenvuelve y de la cual vive. También ejercesu trabajo en la enseñanza como educadora, lo que le ha permitido crecer aún más en lo que ama, a través de esta entrevista nos ha contado cómo ha sido el camino que ha debido tomar y cuales son sus motivaciones para seguir creando.
Durante este año ha sido larga la lista de rubros que se han visto afectados por la emergencia sanitaria, uno de ellos es el área artística, de la cual forma parte Sonia González, artista visual, Licenciada en Artes plásticas mención grabado, que se desempeña en este arte desde hace algunos años. Además, pertenece al taller Falucho y a la Asociación Grabadores Biobío, y ha debido reinventarse para poder seguir realizando sus proyectos a pesar de las limitaciones que le ha traído la pandemia.
A pesar de esto, se ha mantenido en movimiento constante y destaca que ha sido fundamental el apoyo entre colegas para poder seguir creando y mantenerse en pie. “Desde que terminé la universidad, he recurrido a eso de agruparse, como una manera de buscar un cobijo también en un momento en el que la región no contaba con ningún taller de grabado, salvo al que tenía la Universidad de Concepción, por lo que existía una necesidad de tener que juntarse”, comentó la artista.
Describe su amor y dedicación por el arte, debido a una afición y gusto que tuvo desde muy pequeña, ya que su formación escolar estaba guiada al ámbito científico. “Andaba siempre con el lápiz en la mano dibujando, en clases también hacía monitos en los costados de los cuadernos, era un tema de estar constantemente rayando, el arte siempre estuvo presente pero no lo vi como una vocación hasta que entré a ingeniería y al segundo año me di cuenta que no era capaz de ejercer esa carrera toda mi vida”, relata Sonia.
¿Fue un proceso largo el que existió antes de decidir ser artista?
Como todo en la vida, una va probando las cosas que le gustan, pero cuando llegué a la carrera me sentí inmediatamente a gusto, con el ambiente, los profesores y los procesos. Entonces ese mundo te va cautivando de a poco, por lo que te vas haciendo la idea de que no es el dinero ni las actividades lucrativas, lo que te va a hacer feliz.
¿Tuviste que dejar de lado los prejuicios y enfocarte en lo que amaba hacer?
Más que un tema de afrontar prejuicios, es cuando la realidad te choca nomás, por ejemplo, el momento cuando sales al mundo laboral a buscar trabajo, y es pequeño el circuito laboral para los artistas, ya sea en la música, el teatro, entre otros. La mayoría de los artistas que quieren crear, deben hacerlo de manera independiente y autogestionada, y eso es lo que se debe afrontar.
¿Cuál ha sido el proyecto que más te ha gustado realizar?
Uno de los hitos más importantes en mi carrera, más allá de cualquier premio y reconocimiento, es formar parte del taller Falucho y hacer comunidad en un lugar como este, el cual ya va a cumplir más de 20 años.
¿Se han visto muy afectados tus proyectos debido a la pandemia?
Bastante afectados, como los de la mayoría. Como ya sabemos, en todas las crisis se detienen cosas y continúan otras, por lo que ha sido dificultoso y desafiante, también en el sentido de reinventarse y buscar las maneras de poder seguir creando y trabajando de manera asalariada, ya que la gran cantidad de artistas trabajamos como educadores o hacemos talleres, y muchos de mis proyectos educativos quedaron inconclusos desde el estallido social.
¿Qué le aconsejarías a alguien que quiere ser artista?
Una vez un profesor me dio un consejo en el colegio, me dijo “si vas a vender papas, puedes partir vendiendo algunas y quizás en un futuro vender toneladas”, ya que el secreto está en la constancia y ser perseverante, hay que mantenerse constante, seguir y persistir en el proceso, siempre te va a rendir frutos, esto junto a la cuota de pasión y de cariño que se la vaya poniendo, pero lo más importante es mantenerse de esta forma.