Esquina Esperanza: Cuerpo, voz, identidad y territorio

23 enero, 2025

Esquina Esperanza: Cuerpo, voz, identidad y territorio

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Esquina Esperanza: Cuerpo, voz, identidad y territorio

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Esquina Esperanza: Cuerpo, voz, identidad y territorio

A nivel nacional y como parte de su programa formativo, Balmaceda Arte Joven dispone sus Compañías Escuela como espacios de creación disciplinar e interdisciplinar, en las que un elenco conformado a partir de audiciones abiertas para jóvenes trabaja bajo la dirección de artistas profesionales en una propuesta colectiva que se presenta en diferentes escenarios.

A inicios de 2024, la Compañía Escuela de Artes Escénicas BAJ Biobío inició un nuevo proceso de la mano de la directora escénica Brenda Gatica. “Esquina Esperanza” es el título de la obra que, tras siete meses de preparación, fue estrenada oficialmente el pasado 13 de diciembre, y que aborda las temáticas de identidad y territorio. Junto a Brenda, el elenco conformado por Jota Figueroa, Kari, Kako Martínez, Simón Silva, Alexandra Pérez, Matías Sepúlveda, Felipe Meza, Lukas Leiva y Rafaela Delgado compartió acerca de su experiencia con el proyecto, apreciaciones de la obra y las dinámicas del grupo.

Brenda comenta que la idea detrás de Esquina Esperanza surgió de una investigación del territorio en el que se ubica BAJ Biobío y su historia. Las indicaciones de la convocatoria hacían hincapié en profundizar un vínculo entre proyectos artísticos y la propia comunidad, levantando vivencias y personajes que visibilicen su identidad barrial y el rescate de su memoria colectiva.

«Fui proyectando la idea con esta sensación muy interna sobre lo que significó la historia política de Chile y cómo nos quedamos con la ilusión de pensar un país diferente. Y ahí aparece ese concepto de la ‘esperanza es lo último que se pierde’, pero cuando sucede, ¿realmente se pierde o es algo que se reconfigura? Y personalmente dije: “¿cómo sigo después de esta ilusión?”, pues construyendo colectividad, generando pequeños cambios sociales, el cómo vincularme con el otro, cómo entender la diferencia, cómo tejer redes reales, sinceras, cuidadosas y respetuosas. Ese es mi camino», señaló.

Gracias al proceso y compromiso de sus estudiantes y colaboradores se cumplió su deseo de generar algo colectivo con Esquina Esperanza, proyecto en el que cada uno de los integrantes se sintió parte y lograron nuevas formas de acontecer y relacionarse.

«Entonces, ¿qué es lo que me gustaría que la gente viera? Que esto es la vida. Que tenemos momentos en que estamos en la cresta de la ola y tenemos momentos en que estamos en el barro. Sin embargo, busco la luz y la encuentro en cuanto me conecto con les otres», expresó.

Cuando lo íntimo se vuelve arte

Con las preparaciones de la obra iniciando en mayo y estrenándola finalmente en diciembre, fueron cerca de siete meses en los que tanto directora y elenco, la mayoría desconocidos entre elles, tuvieron que hallar formas para compatibilizarse y hacer de la sala de ensayo su punto de encuentro físico y emocional.

«La mayoría había tenido experiencias previas con lo escénico. El trabajo de estos meses tuvo que ver con desarrollar un código físico y escénico en común y con el tiempo ir encontrando las cosas que nos unían como grupa. Cada uno se pudo conocer a sí mismo y poner algo de eso en la obra, ese es el sentido de que sea colectiva. Entre todes creamos, hubo muchos ejercicios que surgieron espontáneamente desde la improvisación y que, finalmente, formaron parte del montaje. El mayor desafío estaba precisamente en mostrar eso que es íntimo, eso que es de cada uno, lo identitario, hablar o leer un texto que creamos desde lo personal y que estuviera ahí en escena. Y romper también con estas estructuras más hegemónicas de lo artístico y ver qué resulta cuando atravesamos la vergüenza, cuando nos lanzamos a la escena», sostuvo Kari.

Jota mencionó que la identidad de trabajo artístico en distintas disciplinas de la región del Biobío parte de la autogestión y la autoformación. Según sostiene, categorizarlo como profesional, semiprofesional o amateur no nutre el desarrollo del ecosistema cultural.

«Haciéndonos cargo de todo eso creo que es de donde partimos como Compañía Escuela. Como desafío creo que solamente queda unificarnos más, seguir trabajando y seguir mostrando la obra. Eso es lo que finalmente da sustancia y comentarios positivos de parte de nosotros hacia nuestro propio trabajo y de afuera entregar el mensaje a las personas y que se vayan con dudas, sembrar un poquito más de desconfianza con respecto a lo que se está mostrando. En lo personal, creo que es lo que me motiva a seguir participando», agregó.

«Por mi parte fue de mucho descubrimiento, porque vengo de un pueblo chico. Llegué aquí sin conocer a nadie del elenco por parte de una recomendación que se transformó en oportunidad. Y fue bonito ir conociendo gente y ver cómo se empiezan a abrir más oportunidades y comprendiendo cómo funciona el entorno con relación a la autogestión y el quehacer artístico», sumó Felipe.

Esquina Esperanza incluye momentos musicales, de expresión corporal y soliloquios a cargo de cada uno de sus intérpretes. Estos últimos exploran vivencias y sentimientos específicos del elenco a través de la palabra y el movimiento. El segmento de Jota aborda el anhelo por querer estar bien cuando las circunstancias son adversas; Kako reconectó con las raíces rurales de su familia materna; Simón plasmó la melancolía que le trae el invierno; Matías expresó su necesidad de alejarse de un sitio dañino para él; y Kari profundizó una íntima sensibilidad y cómo un espacio como Balmaceda le permitió fluir consigo misme y sus pares.

Este espacio para mí era el momento en la semana en donde venía a darme una pausa, a sentir, a estar sensible, a estar presente. -Kari

Un espacio para conectar y resignificar el error

Un día a la semana, jornadas de ensayo de tres horas, con 45 minutos de puro entrenamiento. Ese era el tiempo que el elenco tenía para construir la obra y refinar sus dinámicas como grupo. Según cuentan, 2024 significó un año acontecido para todes en distintos aspectos personales, pero coinciden en que ese momento de la semana era un respiro frente a cualquier problemática que trajeran de afuera. Incluso, afirman que usaban y resignificaban cualquier pesar externo durante sus prácticas.

«Aunque nos costaba un montón encontrarnos acá, con lo difícil que era llegar, ya sea en el invierno por la lluvia, la enfermedad; siempre nos íbamos con esta sensación de ¡qué bacán que vine! ¡Qué bueno que no me quede en la casa! ¡Qué bueno que le gané a las ganas de quedarme encerrado!», sostuvo Jota.

Desde su punto de vista como directora, Brenda comparte que la conexión que se formó clase a clase entre les chiques le dio nuevas perspectivas sobre sus maneras de enseñar y, al mismo tiempo, esa unión espontánea también la incluía a ella.

«A mí también me tenía que bajar toda mi dosis de estructura, de exigencia, y aprender a estar con elles. Para mí todo es un aprendizaje, las palabras que usan, o la música que escuchan, sus modos de conectar. Verlos el día de la función fue euforia total, como disfrutar un carmelo de principio a fin. Tan vibrantes, encarnando un proyecto que es de todes. Me decía “Esto es lo que tenemos, y esto no se compra con tarjeta de crédito, pues esto es real”», declaró.

Sus estudiantes aprecian su metodología a la hora de enseñar, una que, de acuerdo a Kako y Kari, les permitía equivocarse al alejarse de otras lógicas más tradicionales que suelen caer en la medición y comparación de habilidades entre pares. «Brenda siempre nos decía que los errores no son algo malo, o entender algo de manera diferente tampoco lo es, sino que son formas distintas, son diferentes propuestas. Nos ha ayudado a sentirnos nivelados, a estar en la misma frecuencia y código físico», agregó Kako. Jota define la dirección de Brenda como amorosa, consciente y permeable a cambios, y la compara con experiencias anteriores marcadas por formas de “la vieja escuela”, que terminaban estancando el ecosistema artístico de la región y disgregando agrupaciones.

A diferencia de estas otras lógicas de comparación o de medición que al final te llevan a la ansiedad o sentirte inseguro, aquí nos permitimos equivocarnos – Kari

Creación colectiva y flexibilidad creativa

Además de ser intérpretes en el escenario, cada integrante del elenco fungió como cocreador de la obra. El objetivo de su directora, o como ella se refiere, su manifiesto, era darle espacio a ese “universo sensible” que cada uno tenía para aportar y acompañarles en la creación de sus textos, no como una tarea, sino como un ejercicio de confianza en sus propias voces.

«Posibilitar una experiencia en la que todes se sientan que son merecedores de participar de un hecho creativo, porque aportan un conocimiento o una experiencia, es un camino que hay que armar», precisó Brenda.

Romper con las lógicas narrativas del inicio, desarrollo y desenlace es algo que se buscó lograr con Esquina Esperanza. Si bien en papel es posible ver una estructura clásica, la obra no sigue realmente una secuencia lineal de acontecimientos. Cada uno de los actos funciona independientemente, lo que facilita reestructuraciones y se presta más a la interpretación del espectador cuando la obra acaba. «En términos dramatúrgicos y de dirección, a mí me llama mucho la atención que el material sea flexible, que sea abierto, que pueda ser interpretado de mil maneras», añadió.

Tensegridad y política

Al referirse de sus momentos preferidos de la obra, obviando el cariño por sus respectivos soliloquios, todos rescataban dos aspectos: la tensegridad corporal y los tintes políticos inherentes.

Por un lado, los instantes en los que debían actuar en conjunto, con sus cuerpos adheridos y moviéndose a la par, significaron un tremendo desafío. Simón detalla que, a nivel personal, tanto los ensayos y el estreno fueron un constante contacto con el sudor de sus compañeros, lo que podía resultarle incómodo, pero que en el momento se sentía tan concentrado que esa preocupación se esfumaba para dar paso a una entrega total de su cuerpo al trance. «Es un momento en el que tienes que estar muy presente, porque si bien hay una persona que se está apoyando en ti, tú también te estás apoyando en otra y hay que controlar el peso y tus movimientos. Al ver la obra se notaba que estábamos todos pendientes a sostenernos, como nos soltábamos, volvíamos, nos perdíamos o alejábamos. Ese constante vaivén es súper lindo y siento que lo pudimos plasmar muy bien, a pesar de que fue una práctica a la que nos costó llegar como grupa», expresó.

Por su parte, el comentario político está inserto tanto de formas sutiles como directas. En ciertos momentos, el ambiente sonoro de Esquina Esperanza se inunda con frases, entrevistas y cánticos de distintos puntos de la historia de Chile y que acompañan y refuerzan el sentido de compañerismo. A su vez, el concepto de esperanza toma mucha más fuerza y llama a la acción. Como lo explican los miembros, el mismo hecho de crear colectivos no solo es en pos de progresar en conjunto y lograr cambios, sino también como un ejercicio de protesta frente a injusticias, precariedad y contextos actuales que atentan al arte.

«Parte de la propuesta experimental es romper con esa estructura de lo que está permitido y lo que no. Ya por mucho tiempo se ha censurado el arte, entonces, esto termina siendo disruptivo y eso me gusta», manifestó Kari. 

Si no hablamos de lo político, no tiene sentido hacer una obra porque sí nomás. El arte y la cultura son un espacio político y siempre debe ser así. – Jota

Tras su primera puesta en escena oficial, y constantes ajustes como parte fundamental de este proceso, Brenda y su elenco ya se preparan para sus dos próximas presentaciones. La primera para este 29 de enero en la Casa de la Cultura de Chiguayante y la segunda en Teatro Bandera Negra el 31 del mismo mes.

«Como desafío está seguir trabajando en el material que tenemos. Siento que, al ser nuestra creación colectiva, depende también cómo seguir alimentándola, potenciándola, haciéndonos cargo del lenguaje, de la escucha, de la dramaturgia que ocurre. Hay muchas ganas de viajar y que más gente pueda verla», cerró Brenda, invitando al público a que puedan presenciar el trabajo y amor plasmado en Esquina Esperanza.

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Cuándo:

A nivel nacional y como parte de su programa formativo, Balmaceda Arte Joven dispone sus Compañías Escuela como espacios de creación disciplinar e interdisciplinar, en las que un elenco conformado a partir de audiciones abiertas para jóvenes trabaja bajo la dirección de artistas profesionales en una propuesta colectiva que se presenta en diferentes escenarios.

A inicios de 2024, la Compañía Escuela de Artes Escénicas BAJ Biobío inició un nuevo proceso de la mano de la directora escénica Brenda Gatica. “Esquina Esperanza” es el título de la obra que, tras siete meses de preparación, fue estrenada oficialmente el pasado 13 de diciembre, y que aborda las temáticas de identidad y territorio. Junto a Brenda, el elenco conformado por Jota Figueroa, Kari, Kako Martínez, Simón Silva, Alexandra Pérez, Matías Sepúlveda, Felipe Meza, Lukas Leiva y Rafaela Delgado compartió acerca de su experiencia con el proyecto, apreciaciones de la obra y las dinámicas del grupo.

Brenda comenta que la idea detrás de Esquina Esperanza surgió de una investigación del territorio en el que se ubica BAJ Biobío y su historia. Las indicaciones de la convocatoria hacían hincapié en profundizar un vínculo entre proyectos artísticos y la propia comunidad, levantando vivencias y personajes que visibilicen su identidad barrial y el rescate de su memoria colectiva.

«Fui proyectando la idea con esta sensación muy interna sobre lo que significó la historia política de Chile y cómo nos quedamos con la ilusión de pensar un país diferente. Y ahí aparece ese concepto de la ‘esperanza es lo último que se pierde’, pero cuando sucede, ¿realmente se pierde o es algo que se reconfigura? Y personalmente dije: “¿cómo sigo después de esta ilusión?”, pues construyendo colectividad, generando pequeños cambios sociales, el cómo vincularme con el otro, cómo entender la diferencia, cómo tejer redes reales, sinceras, cuidadosas y respetuosas. Ese es mi camino», señaló.

Gracias al proceso y compromiso de sus estudiantes y colaboradores se cumplió su deseo de generar algo colectivo con Esquina Esperanza, proyecto en el que cada uno de los integrantes se sintió parte y lograron nuevas formas de acontecer y relacionarse.

«Entonces, ¿qué es lo que me gustaría que la gente viera? Que esto es la vida. Que tenemos momentos en que estamos en la cresta de la ola y tenemos momentos en que estamos en el barro. Sin embargo, busco la luz y la encuentro en cuanto me conecto con les otres», expresó.

Cuando lo íntimo se vuelve arte

Con las preparaciones de la obra iniciando en mayo y estrenándola finalmente en diciembre, fueron cerca de siete meses en los que tanto directora y elenco, la mayoría desconocidos entre elles, tuvieron que hallar formas para compatibilizarse y hacer de la sala de ensayo su punto de encuentro físico y emocional.

«La mayoría había tenido experiencias previas con lo escénico. El trabajo de estos meses tuvo que ver con desarrollar un código físico y escénico en común y con el tiempo ir encontrando las cosas que nos unían como grupa. Cada uno se pudo conocer a sí mismo y poner algo de eso en la obra, ese es el sentido de que sea colectiva. Entre todes creamos, hubo muchos ejercicios que surgieron espontáneamente desde la improvisación y que, finalmente, formaron parte del montaje. El mayor desafío estaba precisamente en mostrar eso que es íntimo, eso que es de cada uno, lo identitario, hablar o leer un texto que creamos desde lo personal y que estuviera ahí en escena. Y romper también con estas estructuras más hegemónicas de lo artístico y ver qué resulta cuando atravesamos la vergüenza, cuando nos lanzamos a la escena», sostuvo Kari.

Jota mencionó que la identidad de trabajo artístico en distintas disciplinas de la región del Biobío parte de la autogestión y la autoformación. Según sostiene, categorizarlo como profesional, semiprofesional o amateur no nutre el desarrollo del ecosistema cultural.

«Haciéndonos cargo de todo eso creo que es de donde partimos como Compañía Escuela. Como desafío creo que solamente queda unificarnos más, seguir trabajando y seguir mostrando la obra. Eso es lo que finalmente da sustancia y comentarios positivos de parte de nosotros hacia nuestro propio trabajo y de afuera entregar el mensaje a las personas y que se vayan con dudas, sembrar un poquito más de desconfianza con respecto a lo que se está mostrando. En lo personal, creo que es lo que me motiva a seguir participando», agregó.

«Por mi parte fue de mucho descubrimiento, porque vengo de un pueblo chico. Llegué aquí sin conocer a nadie del elenco por parte de una recomendación que se transformó en oportunidad. Y fue bonito ir conociendo gente y ver cómo se empiezan a abrir más oportunidades y comprendiendo cómo funciona el entorno con relación a la autogestión y el quehacer artístico», sumó Felipe.

Esquina Esperanza incluye momentos musicales, de expresión corporal y soliloquios a cargo de cada uno de sus intérpretes. Estos últimos exploran vivencias y sentimientos específicos del elenco a través de la palabra y el movimiento. El segmento de Jota aborda el anhelo por querer estar bien cuando las circunstancias son adversas; Kako reconectó con las raíces rurales de su familia materna; Simón plasmó la melancolía que le trae el invierno; Matías expresó su necesidad de alejarse de un sitio dañino para él; y Kari profundizó una íntima sensibilidad y cómo un espacio como Balmaceda le permitió fluir consigo misme y sus pares.

Este espacio para mí era el momento en la semana en donde venía a darme una pausa, a sentir, a estar sensible, a estar presente. -Kari

Un espacio para conectar y resignificar el error

Un día a la semana, jornadas de ensayo de tres horas, con 45 minutos de puro entrenamiento. Ese era el tiempo que el elenco tenía para construir la obra y refinar sus dinámicas como grupo. Según cuentan, 2024 significó un año acontecido para todes en distintos aspectos personales, pero coinciden en que ese momento de la semana era un respiro frente a cualquier problemática que trajeran de afuera. Incluso, afirman que usaban y resignificaban cualquier pesar externo durante sus prácticas.

«Aunque nos costaba un montón encontrarnos acá, con lo difícil que era llegar, ya sea en el invierno por la lluvia, la enfermedad; siempre nos íbamos con esta sensación de ¡qué bacán que vine! ¡Qué bueno que no me quede en la casa! ¡Qué bueno que le gané a las ganas de quedarme encerrado!», sostuvo Jota.

Desde su punto de vista como directora, Brenda comparte que la conexión que se formó clase a clase entre les chiques le dio nuevas perspectivas sobre sus maneras de enseñar y, al mismo tiempo, esa unión espontánea también la incluía a ella.

«A mí también me tenía que bajar toda mi dosis de estructura, de exigencia, y aprender a estar con elles. Para mí todo es un aprendizaje, las palabras que usan, o la música que escuchan, sus modos de conectar. Verlos el día de la función fue euforia total, como disfrutar un carmelo de principio a fin. Tan vibrantes, encarnando un proyecto que es de todes. Me decía “Esto es lo que tenemos, y esto no se compra con tarjeta de crédito, pues esto es real”», declaró.

Sus estudiantes aprecian su metodología a la hora de enseñar, una que, de acuerdo a Kako y Kari, les permitía equivocarse al alejarse de otras lógicas más tradicionales que suelen caer en la medición y comparación de habilidades entre pares. «Brenda siempre nos decía que los errores no son algo malo, o entender algo de manera diferente tampoco lo es, sino que son formas distintas, son diferentes propuestas. Nos ha ayudado a sentirnos nivelados, a estar en la misma frecuencia y código físico», agregó Kako. Jota define la dirección de Brenda como amorosa, consciente y permeable a cambios, y la compara con experiencias anteriores marcadas por formas de “la vieja escuela”, que terminaban estancando el ecosistema artístico de la región y disgregando agrupaciones.

A diferencia de estas otras lógicas de comparación o de medición que al final te llevan a la ansiedad o sentirte inseguro, aquí nos permitimos equivocarnos – Kari

Creación colectiva y flexibilidad creativa

Además de ser intérpretes en el escenario, cada integrante del elenco fungió como cocreador de la obra. El objetivo de su directora, o como ella se refiere, su manifiesto, era darle espacio a ese “universo sensible” que cada uno tenía para aportar y acompañarles en la creación de sus textos, no como una tarea, sino como un ejercicio de confianza en sus propias voces.

«Posibilitar una experiencia en la que todes se sientan que son merecedores de participar de un hecho creativo, porque aportan un conocimiento o una experiencia, es un camino que hay que armar», precisó Brenda.

Romper con las lógicas narrativas del inicio, desarrollo y desenlace es algo que se buscó lograr con Esquina Esperanza. Si bien en papel es posible ver una estructura clásica, la obra no sigue realmente una secuencia lineal de acontecimientos. Cada uno de los actos funciona independientemente, lo que facilita reestructuraciones y se presta más a la interpretación del espectador cuando la obra acaba. «En términos dramatúrgicos y de dirección, a mí me llama mucho la atención que el material sea flexible, que sea abierto, que pueda ser interpretado de mil maneras», añadió.

Tensegridad y política

Al referirse de sus momentos preferidos de la obra, obviando el cariño por sus respectivos soliloquios, todos rescataban dos aspectos: la tensegridad corporal y los tintes políticos inherentes.

Por un lado, los instantes en los que debían actuar en conjunto, con sus cuerpos adheridos y moviéndose a la par, significaron un tremendo desafío. Simón detalla que, a nivel personal, tanto los ensayos y el estreno fueron un constante contacto con el sudor de sus compañeros, lo que podía resultarle incómodo, pero que en el momento se sentía tan concentrado que esa preocupación se esfumaba para dar paso a una entrega total de su cuerpo al trance. «Es un momento en el que tienes que estar muy presente, porque si bien hay una persona que se está apoyando en ti, tú también te estás apoyando en otra y hay que controlar el peso y tus movimientos. Al ver la obra se notaba que estábamos todos pendientes a sostenernos, como nos soltábamos, volvíamos, nos perdíamos o alejábamos. Ese constante vaivén es súper lindo y siento que lo pudimos plasmar muy bien, a pesar de que fue una práctica a la que nos costó llegar como grupa», expresó.

Por su parte, el comentario político está inserto tanto de formas sutiles como directas. En ciertos momentos, el ambiente sonoro de Esquina Esperanza se inunda con frases, entrevistas y cánticos de distintos puntos de la historia de Chile y que acompañan y refuerzan el sentido de compañerismo. A su vez, el concepto de esperanza toma mucha más fuerza y llama a la acción. Como lo explican los miembros, el mismo hecho de crear colectivos no solo es en pos de progresar en conjunto y lograr cambios, sino también como un ejercicio de protesta frente a injusticias, precariedad y contextos actuales que atentan al arte.

«Parte de la propuesta experimental es romper con esa estructura de lo que está permitido y lo que no. Ya por mucho tiempo se ha censurado el arte, entonces, esto termina siendo disruptivo y eso me gusta», manifestó Kari. 

Si no hablamos de lo político, no tiene sentido hacer una obra porque sí nomás. El arte y la cultura son un espacio político y siempre debe ser así. – Jota

Tras su primera puesta en escena oficial, y constantes ajustes como parte fundamental de este proceso, Brenda y su elenco ya se preparan para sus dos próximas presentaciones. La primera para este 29 de enero en la Casa de la Cultura de Chiguayante y la segunda en Teatro Bandera Negra el 31 del mismo mes.

«Como desafío está seguir trabajando en el material que tenemos. Siento que, al ser nuestra creación colectiva, depende también cómo seguir alimentándola, potenciándola, haciéndonos cargo del lenguaje, de la escucha, de la dramaturgia que ocurre. Hay muchas ganas de viajar y que más gente pueda verla», cerró Brenda, invitando al público a que puedan presenciar el trabajo y amor plasmado en Esquina Esperanza.

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