Cristina Gacitúa – Paulina Kim Joo – José M Pérez – Natalia Montoya
Connie Swaneck Santander – Catalina Soto Curaqueo (en colaboración con Bastián Oloff)
En esta tercera muestra de nuestros Laboratorios Balmaceda Visual, les artistas construyeron a partir de sus fragmentos biográficos, los que confluyen en la necesidad de visibilizar temáticas ocultas en la sociedad.
—La exposición estará abierta hasta el 7 de septiembre, de lunes a viernes de 17.00 a 20.00 horas, en la Galería Metropolitana de BAJ RM, (Av. Balmaceda #1215, segundo piso), metro Cal y Canto.—
«La esperanza, en cambio, forma parte de una búsqueda de lo que el pasado tiene de inimaginable para nuestro propio presente». Cecilia Macón, doctora en Filosofía.
¿Qué hubiese pasado si nuestras ancestras se hubieran encontrado?, ¿qué mundos posibles habrían creado?, a partir de estas preguntas, lxs artistas reunidxs en esta muestra, interrogan la experiencia- inestable- del habitar (d)el cuerpo, tensionando los dispositivos narrativos identitarios dominantes. Estas indagaciones se articulan a través de la insistente problematización de los materiales que configuran la propuesta estética de las obras, los que destacan por su cualidad táctil y su carácter frágil, moldeable, precario: telas, parches, pelo, sal, coligües, que toman forma mediante operaciones como coser, bordar, zurcir, trenzar. Texturas y estrategias que aluden, desde distintas perspectivas, a la relación entre cuerpo y territorio, evidenciando el carácter móvil, enrevesado, fragmentario y transitorio de las identidades.
Así, la obra Un alma atrapada en un cuerpo son dos espacios perdidos, de Catalina Soto Curaqueo (en colaboración con Bastián Oloff), problematiza las marcas de género sobre los cuerpos trans. La obra se detiene en las huellas y heridas que deja la acción de vendarse, sobre la piel, evidenciando las fisuras identitarias y las violencias a las que se exponen los cuerpos disidentes en nuestra sociedad.
En esa misma perspectiva, la obra Avísame cuando llegues, de Connie Swaneck Santander, pone en evidencia la vulnerabilidad de los cuerpos femeninos en el territorio de la ciudad, a través de la utilización de la fragilidad de la tela, del hilván y el bordado. Con estos materiales, construye un relato colectivo que busca interrumpir la normalización de la violencia cotidiana hacia las mujeres, en el espacio público.
Por su parte, la obra Ashantis revoltosos por mansos ibos, de Natalia Montoya, constituye un ejercicio de actualización de la ritualidad afrodescendiente –que se materializa en la (re)construcción de un altar a la orixá Oyá– que se ve interrogada por la deriva enmarañada de las trenzas de pelo sintético que cuelgan de este artefacto. De esta manera, esta propuesta estética, resiste la inscripción en un relato identitario esencializante, evidenciando, irónicamente, a través de la materialidad sintética del tejido, los riesgos de fetichización y alisamiento que supone la inscripción de las prácticas artísticas, de los pueblos originarios y afrodescendientes, en el mercado y en la institución artística.
La obra Los surcos que envejecen, de José M. Pérez, por su parte, expande hacia el territorio la pregunta por la identidad. A través de la extensión de un rostro- tela- piel, se interpelan los marcos normalizadores de la mirada. ¿Cuáles y cuántos son los rostros e identidades invisibilizadas? ¿Cómo creamos las condiciones para su aparición?
En boca cerrada no entran moscas, de Cristina Gacitúa Mansilla, explora la legibilidad de la violencia en la familia, desde el trabajo con la textura del silencio, comprendido, materialmente en la obra, como cicatriz y sutura. Esta indagación expande sus alcances al ponerse en diálogo con la sal, la que remite, metonímicamente, al desierto y el mar, escenarios de la desaparición política forzada de nuestro pasado reciente.
Finalmente, en otro tono, la pregunta por la desaparición se presenta, en la instalación 문 MUN (Puerta), de Paulina Kim Joo, como interrogante sobre la ciudad natal. El nombre de la obra refiere a la condición liminal de la memoria, la que se despliega, en esta propuesta, en la exploración de las potencias de la autoficción. A través de la construcción de un universo imaginario -que trabaja sobre la materialidad oral de la narración- y la atracción de recursos transitorios, móviles e inestables, como hilos y coligües, se pone en obra la experiencia de la migración y el desarraigo.
Las preguntas que movilizan el diálogo, que proponen las prácticas reunidas en Fragmentos de un cuerpo anterior, inflexiona el relato histórico-temporal occidental, progresivo y androcéntrico, al proponer un encuentro posible, en el pasado, entre las ancestras de estxs creadores. Siguiendo esta provocación, podríamos pensar que las posibilidades de diálogo, con ese tiempo-cuerpo anterior, parecen habitar en el desvío de la mirada hacia la profundidad de los materiales que exploran estas propuestas artísticas, develando su cualidad política y su capacidad de interrogar nuestro presente.
Tania Medalla / Investigadora y docente.
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